16 febrero 2017

LA VERGÜENZA DE “EL CAMPILLO”, en "Radiografías Urbanas· por Máximo Domínguez Quesada

Radiografías Urbanas 
por Máximo Domínguez Quesada


LA VERGÜENZA DE “EL CAMPILLO”


Aunque los badajocenses nos esforcemos por valorizar nuestro vasto patrimonio en los medios de comunicación para atraer turismo a la ciudad, de nada servirá mientras mantengamos sine díe vergüenzas tan flagrantes en el corazón de la misma como es El Campillo.

El que fuera primer arrabal de la ciudad clama con ahínco una regeneración inmediata. Lo que antaño fue un barrio extramuros más o menos dispuesto al libre albedrío, es hoy un barrio en ruinas que lo convierten en una ruina de barrio, vergonzoso y vergonzante para Badajoz.

El Campillo es una de las entradas directas a la zona más monumental del casco antiguo. Es un escaparate abierto al paso de miles de turistas que transitan por la zona, proyectando una imagen de olvido, desidia y penumbra más propia de una ciudad devastada por la guerra que del Badajoz del siglo XXI. Y es también un área en descomposición que, por su enclave, lastra la reactivación de la vida en el centro histórico.

Por ello, la regeneración de esta zona es de una necesidad imperiosa. Sin embargo y aunque en esta ciudad nuestra hay muchas cosas que se eternizan, lo de El Campillo va camino de la eternidad.

Desde hace décadas venimos escuchando a los responsables políticos hablar del problema, llenándose la boca de promesas incumplidas y llenándonos a los ciudadanos la cabeza de términos como ARU´s, ARI´s, PERI´s, etc, sin que se haya puesto una sola piedra que llene de contenido la zona.

Mientras tanto, El Campillo sigue su proceso degenerativo, degradándose más si cabe, siendo testigo de la constatación de un incumplimiento, pero por encima de todo, de un fracaso colectivo. Porque aunque son competencia principal de la administración actuaciones de este calado, los colectivos y ciudadanos también tenemos nuestra parte alícuota de responsabilidad en cada caso.

Y en este, en el proyecto de regeneración urbanística más importante de Extremadura, además de la pasividad e inacción del gobierno local y la obstrucción de los partidos de la oposición, han intervenido obstaculizando el proceso, colectivos y ciudadanos de un purismo exacerbado.

Hay que defender una actuación con plenas garantías de conservación, respeto del entorno y ceñida a la ley. Simplemente. Todo lo demás, son desganas, intereses espurios o radicalismos trasnochados.

Cuando a los políticos y demás actores intervinientes se les caiga la cara de vergüenza, entonces se levantará El Campillo.

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