02 septiembre 2015

LA PREHISTORIA EN BADAJOZ (Tercera parte), en "Desvelando los secretos de Badajoz con José Antonio Hinchado Alba"






LA PREHISTORIA EN BADAJOZ (Tercera parte)

Por J.A. Hinchado Alba, historiador e investigador



EDAD DEL BRONCE. La información arqueológica con que contamos, para el estudio de la transición del Calcolítico al Bronce en la región extremeña es tan escasa como fragmentada. De hecho, y hasta el momento presente, esta circunstancia ha motivado, que en buena medida, ambos horizontes, se vengan considerando de un modo aislado, sin establecerse entre ellos ninguna relación, y sin que se logre una aproximación meramente verosímil a la explicación del amplio conjunto de transformaciones, que en los órdenes material, social, e ideológico experimentaron las poblaciones asentadas en la región extremeña en el transito del III al II milenio a.C. Ello no ha impedido, no obstante, que la documentación, de un nuevo ritual de inhumación individual en relación, muy posiblemente, con poblados cuya cultura material evidenciaban grandes conexiones con el substrato de la Edad del Cobre, esto propiciará, la aparición de un nuevo concepto, el "Epicalcolítico" con el que designar el desarrollo de los albores de la Edad del Bronce de sociedades muy arraigadas, al menos materialmente, en la tradición. A partir de esa intuición, en los últimos años se ha venido auscultando el peso de las  pervivencias y la identidad de las innovaciones en los siglos iniciales del II milenio a.C., a fin de poder acceder  a un mejor conocimiento de ese horizonte transicional.
Ignacio Pavón Soldevila.




EDAD DEL BRONCE INICIAL. Empieza a partir del 1800 a.C., el panorama peninsular es un mosaico de culturas, con un substrato indígena, cuyas áreas se han venido formando desde el final del Calcolítico. En algunas de estas regiones resulta difícil la diferenciación de estos materiales calcolíticos, pues suponen una continuidad que en ocasiones alcanza hasta la segunda mitad de este II milenio a.C., en la otra zona la del Sureste, con la cultura de Argar, presenta mayor brillantez en esta etapa, y sirve para hacer mayor diferencia cultural del Bronce en otras zonas, así podemos hacer cronologías del Bronce Antiguo entre 1800-1500 a.C. y el Bronce Medio entre 1500-1200 a.C.

  El Bronce Antiguo va a suponer el final del megalitismo, con una generalización del enterramiento individual, aunque en algunas zona se continuará aprovechando las tumbas colectivas. En el sudoeste no se conocen aun los poblados, tan solo enterramientos en cistas y sus ajuares, constituyen la base cultural de lo que se ha denominado el Horizonte de Ferredeira en el Sur de Portugal, y el Horizonte de Montelavar, para el centro y Norte de la franja atlántica. Los ajuares consisten en puñales de lengüeta, puntas Palmela, brazaletes de arquero, elementos de adorno de oro, y cerámicas lisas con formas similares al Campaniforme y pequeños vasos carenados, en todo lo cual se manifiesta un sabor epicampaniforme de tradición autóctona. En esta etapa proliferan los objetos metálicos, pero los análisis realizados en algunas piezas del Sudoeste no detectan la presencia de estaño, necesario para la aleación del Bronce junto con el cobre y en su lugar se utiliza arsénico.
Enríquez Navascués-Hurtado.


Cerámica Campaniforne.

A partir de la cultura material reflejada en distintos yacimientos adscribibles a este momento, especialmente, la Fase I de la Solana del Cerro del Castillo de Alange, y la Tumba Circular de Guadajira, ha sido posible observar la continuidad de ciertos elementos tradicionales, particularmente los vasos de "paredes delgadas", uno de los fósiles guía del Calcolítico Final, de la Cuenca Media del Guadiana, frente a la ausencia de elementos cerámicos campaniformes, apreciándose de este modo, cierto grado de conexión material con la etapa precedente. Pero posiblemente por encima de la observación de la cultura material cerámica, los elementos más numerosos y que mejor permiten aproximarnos a las señas de identidad del Epicalcolítico proceden, sin duda alguna, del mundo funerario, cuya idiosincrasia nos ofrece, además, algunos datos para la reflexión sobre la naturaleza del proceso transicional que se estudia. La diversidad de las manifestaciones funerarias es la nota definitoria. Así, nos encontramos con enterramientos supuestamente colectivos, como las Tumbas Circulares de Guadajira, enterramientos en tumba ochavada, o en silos de la Pijotilla, el enterramiento infantil en covacha de la Fase Solana I del Cerro del Castillo de Alange, la segunda ocupación del sepulcro de falsa cúpula de Huerta Montero en Almendralejo, y ya posiblemente preludiando la inminente plena Edad del Bronce, los enterramientos secundarios de la tumba megalítica de Colada de Monte Nuevo en Olivenza, y las cistas asociadas a los posibles poblados epicalcolíticos de los Cortinales (Villafranca de los Barros) y Palacio Quemado cerca de Alange.
Ignacio Pavón Soldevila.


TUMBA CIRCULAR DE GUADAJIRA. Esta elevación rompe la monotonía del paisaje llano, siendo estas elevaciones un lugar idóneo para asentamientos, y en las prospecciones se hallaron materiales de diversos momentos, en particular romanos, con la construcción del nuevo pueblo, se han ocultado y hecho desaparecer los vestigios. Guadajira está a 26 kms de Badajoz. A consecuencia de las obras de ensanche de la carretera Nacional V, fue demolido un pequeño montículo de unos 5 metros, apareciendo material arqueológico. Aparecieron unas pequeñas cistas, donde había huella de saqueo, allí apareció una tumba circular excavada en la roca, con forma irregular por la erosión, donde aparecieron unas piedras irregulares amontonadas, en sustitución de la roca, aparecieron diversos cráneos junto a otros huesos y junto a estos piedras rodadas, debieron existir otras al lado, pero las maquinas las habían destrozado, dentro de la tumba se podían observar tres partes donde los excavadores furtivos habían modificado los huesos sin poder precisar la colocación de los cuerpos, se encontraron varios vasos fragmentados y enteros, con dos laminas de sílex y una punta de flecha de jaspe y fragmentos de pizarra gris y rojiza. Estos vasos junto con otros de otras tumbas adyacentes y entregados por una vecina del pueblo, persona que dio el aviso del hallazgo, sumaban 74 vasos completos de, seis tipos distintos de formas características, de cerámicas, destacando la bruñida, junto a restos de platos y cuencos toscos de desengrasante medio, en la superficie aparecieron otras tres laminas.
Este tipo de tumbas no son típicas del Sudoeste, sino más bien del Sudeste, sin embargo a 5 kms de aquí en la Pijotilla, apareció otra tumba circular colectiva con 34 inhumaciones y ajuares,con dos vasos campaniformes, e ídolos, asociadas a un tholos, del Calcolítico Final, existiendo algunos paralelismos en ciertas cosas entre ambas tumbas y algunas del Horizonte de Ferradeira en el Alentejo y a la cultura de Atalaia, fechando los restos de la Pijotilla entre 1800 y 1700 a.C. y los de Guadajira sobre el 1500 a.C. estando entre esos doscientos años que algunos llaman "época oscura" púes no se determina bien las épocas.
Victor Hurtado Perez.



COLADA DE MONTE NUEVO. Tumbas megalíticas con enterramientos secundarios de la Edad del Bronce. Situada a 5 kms de Olivenza en dirección N-NO, a unos 7 kms del Guadiana. Las dos tumbas separadas por 15 metros de distancia se encuentran muy cerca de la cima de la loma, en una suave pendiente, debió tener una planta redonda u ovalada de 5 mts de diámetro mínimo, conservándose en pié 9 losas, con un corredor de 3,25 de largo por 0,90 de ancho, con algunos puntos de pavimento antiguo, en la tumba 1. En la tumba 2, tiene forma circular 4,75 de diámetro con muro, y 19 piedras, que se asentaban sobre la roca. Aparecieron en los ajuares,  vasos enteros, de cerámica, hojas de sílex, puntas de flecha y pequeñas cuentas. Ambas tumbas son cámaras sepulcrales de características muy particulares si las comparamos con otras de la Provincia de Badajoz, o del Alentejo portugués, en el aspecto constructivo, pero con alguna similitud a las tumbas de Comenda y Farisoa en Portugal, pero las de Colada de Monte Nuevo, sin microlito alguno. Entre los objetos que aparecieron, se encuentran hojas de sílex grandes y medias, hachas de piedra, y puntas de flecha con base recta y cóncava, 18 cuentas de calaíta, tres cuentas de disco plano de pizarra, y una cuenta más gruesa y redondeada de caliza.
  Aparecieron placas de pizarra ricas en decoración,  aproximadamente 15 ejemplares en fragmentos, con agujero en parte superior a veces.
  También aparecieron 90 vasos, platos de diversos tamaños, existiendo algunos ejemplares únicos por su decoración, cerámica del Cobre también asemejando a la de Los Millares, tres recipientes de piedra. 
  En cuanto a objetos metálicos la Colada de Monte Nuevo es bastante rica en comparación con otros de Badajoz y Portugal. También puntas de flecha metálicas con pedicelo, tipo Palmela, vasos campaniformes de época del Cobre. También hay paralelismos con las necrópolis de la Edad del Broce de Atalaia, tanto en cerámicas, como material lítico.
H. Schubart



EL BRONCE PLENO. O Bronce Medio, esta representado en el Suroeste por el Horizonte de Atalaia, durante el cual se habrían mantenido relaciones con el Argar a juzgar por los materiales,, mientras en el Sureste los enterramientos se hacen en tinajas "pithoi", en el Suroeste es en cistas, que forman parte de una estructura alveolar cubierta con un túmulo. Los ajuares son relativamente pobres compuestos de vasos de carenas pronunciadas entre los que cabe destacar unos pequeños y poco profundos de interés para la Baja Extremadura. Tampoco conocemos los poblados del Bronce Medio del Suroeste. 
  En la Baja Extremadura son escasísimas las manifestaciones de esta cultura, en parte porque no han sido efectuadas prospecciones sistemáticas, pero quizás también porque en esta zona no se dan las condiciones geográficas, que buscaron los grupos asentados mas al Sur. Serian zonas marginales aisladas de las corrientes de Suroeste, sin ser parte integrante de ellas. En la provincia de Badajoz existen otros enterramientos en cistas, noticias por hallazgos casuales, casi todas ellas corresponden al tipo generalizado de cuatro lajas de pizarra dispuestas en forma rectangular y cubiertas por una losa. Las cistas son de tamaño pequeño, y en su interior se depositan los cadáveres en posición contraída.
Enríquez Navascués- Hurtado.



Tal vez la ocupación del Cerro del Castillo de Alange, que tuvo lugar en el Epicalcolítico deba interpretarse como un cambio en el patrón del asentamiento preferencial, por una elección en un espacio dotado de un amplio dominio visual y control directo sobre los vados más importantes de la Cuenca Media del Guadiana. Si bien el Cerro del Castillo de Alange, es el único punto donde se ha detectado inequívocamente poblamiento en el segundo milenio, no debemos olvidar  que se tiene noticia, de la aparición de algunas evidencias puntuales en las proximidades del Cerro de San Cristóbal en Badajoz ciudad, en Magacela, Arroyo de San Serván, o en Santa Cruz de la Sierra, todos ellos dotados igualmente de magníficas condiciones geoestratégicas. Estas ocupaciones están a falta de intervenciones sistemáticas, es tarea pendiente.
Ignacio Pavón Soldevilla.

El periodo correspondiente al Bronce Pleno seria entre 1700 a.C. y el 1250 a.C.




CERRO DE SAN CRISTÓBAL. Se encontraron tres fragmentos con unas características formales muy distintas, se trata de dos cuencos con carena baja, paredes cóncavas y bases redondeadas, y un vaso de cuerpo bicónico, y borde recto. Las superficies negras están bruñidas, son formas relacionables con el Bronce del Suroeste, Horizontes de Atalaia y Santa Vitoria, sobre todo los cuencos que casi constituyen el indicador cultural. Este Bronce Pleno es conocido, sobre todo, a través de los materiales depositados, como ajuar en las sepulturas y desconocido prácticamente en poblados.
Juan J. Enríquez-Coronada Domínguez.

Cerro de San Cristóbal, Badajoz.

EL BRONCE FINAL. En la región extremeña, el estudio del Broce Final, sin desmerecer aportaciones precedentes, tiene sin duda en la obra de M. Almagro Gorbea (1977), El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura, su definitivo punto de arranque. En dicho trabajo, este periodo quedo identificado con una profunda transformación de un indefinido substrato anterior de raíz dolménica, reconocible en los restos materiales, la organización social y las relaciones culturales. Estas se resumían en unos influjos del Bronce Atlántico, en cierta medida de Centroeuropa "Cogotas I" y por último, del foco tartésico, explicada en función de la creciente importancia del comercio de metales.



La orfebrería, la metalurgia y las estelas decoradas constituyeron junto a unas evidencias poblacionales los principales fundamentos arqueológicos de una primera seriación crono-cultural que articuló el cambio del milenio en dos etapas: el Bronce Final Atlántico propiamente dicho y el proto-orientalizante. A estas sucederían, hasta alcanzar ya los siglos centrales del I milenio a.C, el Orientalizante y el Post-orientalizante. Durante muchos años, dicha secuencia, ha sido el referente principal de la."protohistoria extremeña" hasta el punto de marcar el guión de la investigación posterior.

Recreación de un enterramiento en una cista.

Pero, a pesar del incuestionable avance que la obra de Almagro Gorbea supuso en su momento, la diversidad cultural inherente a la conformación y posterior desarrollo del Bronce Final en Extremadura denotaba una extraña sensación de "deriva cultural" ante la imposibilidad de entroncar y calibrar tales influencias a partir del substrato poblacional del Bronce Pleno. De hecho podría decirse, que los estudios posteriores, igualmente limitados y condicionados por el desconocimiento de los antecedentes y las pautas poblacionales de este periodo, se vieron abocados a profundizar, desde ópticas y modelos explicativos, muy distintos, en la reconstrucción del sistema social e intercultural de este horizonte a partir del "suma y sigue" de hallazgos áureos, metálicos y sobre todo, estelas que se fue produciendo durante las décadas posteriores.

Tesoro del Carambolo

  Sin embargo, el camino recorrido en esa dirección en esos últimos años, aunque insuficiente aún, a comenzado a abrir horizontes hasta hace poco impensables. De ahí que resulte especialmente significativo el estudio de I. Pavón Soldevila (1998), un trabajo que, lejos de analizar en sí mismo el final de la Edad de Bronce, asume el reto de valorar desde una perspectiva procesual las transformaciones que a partir del 1100 a.C. como única fecha absoluta de referencia obtenida hasta ahora, provocó en la estructura poblacional, socioeconómica y cultural del personalizado Bronce Pleno Extremeño, el fuerte impulso experimentado del comercio de materias primas, cobre, oro, y estaño entre otros, en todo el mundo atlántico y mediterráneo.


  El definitivo control mediterráneo de dichos circuitos comerciales y la consolidación de Tartessos, como foco principal del Suroeste peninsular acabarían conformando este espacio como verdadera "periférica tartésica". Según Pavón Soldevila, la seriación arqueológica de todo ello admite las distinción de tres subperiodos, reconocidos como "Bronce Final I" (1100-900 a.C.), "Broce Final II" (900-750 a.C), "Broce Final III" (750-650 a.C.), pero cuya valoración precisa, exige contemplar, a su atenta lectura, se debe buena parte de la síntesis que se expone sobre la organización del territorio y el contexto sociocultural de las estelas y orfebrería.
Alonso Rodríguez Díaz-Juan Javier Enríquez Navascués.


EDAD DEL HIERRO Y EL PERIODO ORIENTALIZANTE. Se ha articulado en cuatro grandes fases o estadios culturales, el Orientalizante Antiguo (800-650 a.C.), Orientalizante Pleno (650-600 a.C.), Orientalizante Tardío (600-500 a.C.), y por último el Post-orientalizante (500-450 a.C.), que marcaría la transición a la "Cultura de los Oppida de Extremadura" (450-150 a.C.).
Almagro Gorbea-Martín Bravo.



  Para la delimitación, artificial y simplista como todas las delimitaciones históricas, del paso del Bronce Final a la Edad del Hierro, suele tomarse como referencia en el mediodía peninsular la aparición de objetos y sobre todo comportamientos vinculados a la presencia e influencia cultural de comerciantes procedentes del Mediterráneo Oriental, fenicios de Tiro y luego griegos de Focea, que enseguida entraron en contacto con las tierras del interior, mediante pactos, alianzas y transacciones comerciales. Ello desencadenó un proceso de transformación cultural, económica, politica, etc., que puede seguirse por la serie de avances tecnológicos introducidos: cerámica a torno, la metalurgia del hierro a gran escala, nuevas técnicas de orfebrería, las primeras nociones de urbanismo, el propio  alfabeto, etc. Al igual que por una serie de modelos de comportamientos propios del mundo mediterráneo-oriental, sobre todo en los terrenos sociales, religioso y político, de ahí que el primer periodo de la Edad del Hierro en el Sur peninsular, suela recibir el nombre de "orientalizante".


  En este periodo se generalizaron los habitas en lugares altos de excelente campo visual, dotados de murallas y viviendas de planta rectangular, como unidades domésticas, lo anteriormente expuesto, junto con la iconografía de estilo oriental en bronces para ceremonias y ritos, al igual que los adornos, nuevas formas de vestir, nuevos alimentos, etc., fueron haciendo su aparición en ellos, fundiéndose con las propias tradiciones del Bronce Final.


  Cuando el periodo orientalizante empieza a declinar, entre otra razón por la desaparición de fenicios y las crisis de las ciudades griegas, que a su vez afectaron el ocaso del mundo tartésico, surgió una reorganización general del poblamiento fechado en el siglo IV a.C., con el que se inicia la 2ª Edad del Hierro.

  Esta va a marcar, precisamente la aparición de pueblos indígenas peninsulares, cuyos nombres y algunos rasgos conocemos por los textos antiguos grecorromanos, en el caso de Extremadura son: lusitanos, vettones, túrdulos, turdetanos, y célticos.
  Es difícil, saber que tribus y etnias prerromanas pertenecían a las poblaciones asentadas en Badajoz, pues las fuentes escritas son aproximativas y elásticas e incluso variables en determinados momentos. Para algunos, debieron ser gentes célticas emparentados con los célticos del S.O. mientras para otros túrdulos o turdetanos que llegaban hasta el Guadiana, según autores de la antigüedad, sin descartar algún acusado mestizaje, puesto que la continuidad del poblamiento es clara y no cabe apuntar que grupos distintos se sucedieran en su control. No se debe confundir a esos célticos, a los celtas centroeuropeos, aunque hay ciertos elementos de relación como es el substrato lingüístico, y ciertas costumbres de signos indoeuropeos. Se les denominó célticos "kelticoi o celtici" y no celtas.

 Estela de Siruela, Badajoz


  Sea como fuere participaron en los conflictos de los siglos II y I a.C., provocados por la oposición al poder romano, y así los alrededores de Badajoz, fueron escenario de las guerras lusitanas primero, y sertorianas después, lo cual generaron periodos de inestabilidad, como la presencia de materiales arqueológicos, romano-republicanos en la Alcazaba de Badajoz, pero eso ya es parte de la historia.
Juan Javier Enríquez Navascués.

Fotografía antigua de un poblado de la Provincia de Badajoz, es un ejemplo veraz de lo que pudo ser un poblado calcolítico o del Bronce.


ALCAZABA DE BADAJOZ. Cerámica fabricada a mano. La cerámica bruñida, dentro de este grupo es el más numeroso, las formas corresponden a cazuelas de borde cóncavo, copas de paredes finas y vasos de borde ligeramente acampanados, presentan superficies negras, las pastas pueden ser grises, pardas u ostentar un núcleo gris, entre filetes pardo-rojizos, suelen estar bien cocidas y fabricadas con arcillas muy depuradas y desgrasantes micáceos o cuarzosos. La cerámica decorada con diseños geométricos bruñidos, por el contrario es muy escasa, parecidos a los de Medellín y un fragmento de un borde de cazuela, decorado por el exterior, formando triángulos y trazos verticales del tipo Lapa do Fumo, este tipo de cerámica decorada parece corresponder a un tipo más antiguo, de finales de la Edad del Bronce, en cambio las de retícula interna, aunque es característica del Bronce Final, perdura en fases hasta el siglo VI a.C.
  En cuanto a la cerámica tosca, las formas predominantes son grandes ollas con los fondos planos, cuellos a veces altos y ligeramente acampanados o con el hombro marcado. Las superficies con una gama cromática que va del parduzco al pardo oscuro, suelen estar alisadas o tener un aspecto tosco y grosero, las pastas son poco depuradas con gruesos desgrasantes de cuarzo y esquisto, similares a las de Medellín, Cabezo de San Pedro y otras partes de Andalucia; algunas de estas ollas lucen decoraciones de cuatro tipo diferentes.1 incisa formando zig-zag en el cuello, similares a las de Riotinto y San Pedro. 2 incisa sobre baquetones formando zig-zag, con triángulos rellenos de trazos, similares a las del Cabezo de San Pedro. 3 a cepillo decoración característica de Medellín y de otros sitios orientalizantes como Setefilla. 4 con impresiones digitales, como en Medellín, Riotinto y San Pedro.
  Cerámica a torno. Dentro de este grupo hay tres tipos principales, cerámicas grises, cerámicas oxidantes y ánforas. Las grises son las más abundantes, el color varia del gris claro y las superficies bruñidas o espatuladas en el sentido del torno, sin embargo no existe variedad tipológica. La única forma representada  es la de cuenco en forma de casquete esférico, más o menos abierto, borde liso y ligeramente engrosado, del tipo de Medellín, la cerámica gris es característica de todo el mediodía orientalizante peninsular, y parece el resultado de una adaptación de origen colonial a una tradición alfarera indígena característica del Broce Final.
  La cerámica oxidante es mucho menor que la gris, destacan cuencos, y cazuelas de pastas rojizas iguales a las de Medellín, son a imitación del barniz rojo fenicio, las cazuelas y los platos tienen el borde diferenciado.
  En cuanto a las ánforas, sólo se hallaron dos  fragmentos, de sendos bordes. Son de tipo fenicio con borde recto y engrosado hacia el interior, apenas saliente, y con hombro angulado.
  Todo esto nos proporciona un dato de gran interés, la constatación de un núcleo poblacional cuya cronología debe fijarse entre fines del el siglo VII y el pleno siglo VI a.C., correspondiendo al Periodo Orientalizante Extremeño con elementos de colonización fenicia.
Fernando Valdés Fernandez.

Alcazaba de Badajoz

  Posteriormente en otras excavaciones, apareció material post-orientalizante apareciendo restos cerámicos áticos, entre ellos una crátera fechados entre el siglo V y el IV a.C. viendo la continuidad del oppidum allí existente
Luis Berrocal Rangel

Crátera griega

CERRO DE SAN CRISTÓBAL. Las cerámicas aparecidas aquí siguen un patrón similar a las aparecidas en la Alcazaba, teniendo un parecido a las cerámicas de Medellín, Cabezo de San Pedro, Setefilla y algunas parecidas a las del Bronce Final portugués, paralelizandose con otras cerámicas bruñidas entre el siglo VII y VI a.C., pero destacan algunas fíbulas parecidas a las de Cancho Roano en Zalamea de la Serena, Badajoz, con una cronología al siglo V a.C., llegando algunas cerámicas y fíbula anular a llegar a período post-orientalizante en el siglo IV a.C.
Enríquez Navascues-Dominguez


GÉVORA. Aparecieron fragmentos cerámicos bruñidos de buena calidad hechos a mano, con superficies negruzcas y desgrasantes medio y finos, que corresponden a copas y cazuelas típicas del Bronce Final, destaca además un fragmento con decoración bruñida  formando reticulado por el exterior, esta decoración también vista en San Cristóbal, muy típico de la zona portuguesa. Por último cerámica a torno, representada por platos grises, frecuentes a partir del siglo VII a.C. en el Sur peninsular.


En Santa Engracia, aparecieron 400 fragmentos de cerámica pertenecientes al Bronce Final, en Granja Céspedes una estela funeraria del Bronce Final, y alguna muestra en Casa Blanca también de la Edad del Bronce. Otro enclave donde también aparecieron piezas del Bronce I es en El Lobo. Pero se tiene escasísima documentación al respecto. Así mismo también apareció un collar de oro en la dehesa de Esparragalejo situado al norte de la ciudad y posiblemente relacionado con el vado del río Gévora, por allí cerca. Sin olvidarnos, dentro de la ciudad, de la necrópolis prerromana de la calle Madre de Dios, y los restos de la Edad del Hierro aparecidos en la calle Montesinos.


EL TESORO DE SAGRAJAS. En 1969, a 7 km de Badajoz aparece, cerca de un vado, los restos de una cabaña circular, perteneciente a un poblado del Bronce Final, y debajo de esta cabaña un tesoro de oro, de siete piezas, junto con cerámicas de este periodo y del Calcolítico, también algo de material lítico y cerámicas romanas.
Un tipo característico de joyas de gran peso, un gran torque doble con un cierre machihembrado con decoración incisa y brazaletes de sección circular, dados a conocer por el profesor Martín Almagro Gorbea.
Primitivo Javier Sanabria Marcos

 Tesoro de Sagrajas


EL TESORO DEL OLIVAR DEL MELCÓN, o Tesoro de La Granadilla. Según recogió Romero de Castilla en oficio en 1893, apareció en el Olivar del Melcón, perteneciente a la dehesa de Benavides, a escasos 2 kms de la ciudad, este tesoro, compuesto por tres espirales, dos tobilleras, y un brazalete, todo en oro, sin que halla quedado noticia de su peso,grado de pureza, y  su composición metalográfica del mismo, pues fue destruido por joyeros de la ciudad. Museo Arqueológico Provincial posee algún expediente y alguna fotografía de la época. Perteneciente al Bronce final.
Juan Javier Enríquez Navascués



DEHESA DE LA PESTAÑA. Son 12 piezas metálicas, de cobre, como puntas de jabalina del tipo Pastora, fueron localizadas gracias a una fotografía del escultor y arqueólogo Aurelio Cabrera Gallardo, (1870-1936), seis están en el Museo Arqueológico Provincial y otra seis desaparecidas. Las seis primeras las documenta en 1925 José Ramón Melida en su catálogo pertenecientes a la Edad del Bronce.
Juan Javier Enríquez Navascués-Sandra Palomo Lechón.


  Cabe destacar por las cercanías los poblados de los Concejiles y el Castillo ambos cerca de Lobón, pertenecientes al termino municipal de Badajoz donde aparecieron numerosos restos del Bronce Final.
  También la estela de guerrero de Monte Blanco en Olivenza, y una espada de bronce aparecida en la vecina Elvas en Portugal, perteneciente ambas al Bronce Final 
Y también el castro de Segovia, cerro elevado entre Elvas y Campomaior, con sus hallazgos orientalizantes dentro de la Edad del Hierro.

Caballo de bronce de Cancho Roano.


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