Cualquiera que visite la población portuguesa de Campomayor, a escasos
kilómetros de Badajoz, podrá comprobar cómo está sufriendo una enorme
transformación visual, su conjunto amurallado está siendo restaurado
completamente a un ritmo tal que más pronto que tarde, seguramente acompañe a
su vecina Elvas en su inclusión como Patrimonio de la Humanidad.
Con apenas 5 millones de Euros, la mayor parte aportados por fondos europeos,
así como por el gobierno portugués, en apenas 24 meses se va a cambiar la
fisonomía de Campomayor, lo que le va a convertir en un nuevo foco de atracción
turística de la Raya junto con Elvas.
Esta obra ha sido minuciosamente estudiada, teniendo en cuenta las cartas
de intervención en patrimonio dictadas por la UNESCO y por el Consejo
Internacional de los Monumentos y Sitios, de tal forma que se están utilizando
las técnicas adecuadas, respetando lo más posible el espíritu de las fortificaciones.
Una de las grandes novedades de esta recuperación es la utilización de técnicas
y materiales que fueron utilizados originalmente en la construcción de la
fortificación.
Una vez más, nos llama la atención que Badajoz se mantenga al margen de
este impulso administrativo que tiene como fin la puesta en valor de todo su
conjunto abaluartado; mientras las ciudades vecinas han puesto toda su ilusión
en recuperar y poner en valor un elemento tan característico y mundialmente
reconocido como son los recintos abaluartados a uno y otro lado de la Raya,
Badajoz, que es la ciudad con más recursos, la más poblada y la que aún
conserva el mayor perímetro amurallado de España, se muestra totalmente pasiva
ante lo que podría ser el espaldarazo definitivo para ocupar un lugar en el
mapa de ciudades Patrimonio de la Humanidad.
Con actuaciones puntuales e inconexas, utilizando materiales y estilos
totalmente trasnochados y sin estudios serios, se han realizado intervenciones
desafortunadas en lugares como el Fuerte de San Cristóbal, Puerta Trinidad o la
Alcazaba, abusando de elementos como el hormigón visto, el acero corten, e
inventándose instalaciones de nueva construcción que no existían como
prácticamente todo el interior del Fuerte de San Cristóbal, abriendo en canal
algunos baluartes para convertirlos en aparcamientos como el de Menacho en el
baluarte de Santiago.
Mientras en pueblos como Campomayor se las ingenian para conseguir recursos
económicos y técnicos de calidad, expertos en patrimonio que no buscan su
lucimiento particular sino rescatar los elementos perdidos por el paso de la
historia, en Badajoz continuamos despreciando nuestro legado histórico y
patrimonial, haciendo creer a propios y extraños que nuestra ciudad no tiene
nada que ofrecer ni nada que poner en valor, perdiendo, una vez más, la
oportunidad de ser un referente cultural de primera magnitud que haría sentirse
orgullosos a sus ciudadanos y levantar la admiración de quienes nos visiten.
Junta Directiva Asociación Cívica “Ciudad de Badajoz”.
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